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Perdonar es dar la cuenta por saldada, es dejar de esperar que el otro nos pague, cuando  perdono lo doy por saldado , no espero más que venga de su lado la reparación porque de esa reparación nos tenemos que ocupar. Es decir dejar de esperar.. puede venir o no, pero el perdón no depende de que nos pidan perdón. 

Dejas de esperar  que vengan a curarnos las heridas o a reparar el mal que nos hicieron,  dejar de lado la posibilidad de vengarnos , dejar de tener interés en ver sufrir al otro o verlo “ arrastrándose” , a veces no nos damos cuenta pero todas estas son maneras de pagar.  Cuando decimos “quiero que sufra” es porque pensamos  que si el otro atraviesa un sufrimiento igual al nuestro entonces su deuda va a quedar saldada. 

Perdonar es renunciar a todos estos modos de pago.. eso es perdonar, Asumir que de este dolor  nos tenemos que ocupar. Ante esto seguro nos preguntamos ¿ Porque ocuparnos de  cerrar esta herida si el que nos causo daño es el  otro? 

Porque al final el que va a vivir con eso Vamos a ser nosotros. Porque al que le duele es a nosotros. Y si al otro no le importa o no quiere repararnos  quedaríamos condenados a una vida de resignación y de rabia que nos harían enfermar. Es decir que encima de las ofensas que nos  causaron la impotencia nos  anclaría en el sufrimiento permanente.

Es un tema tan profundo que puede abordarse desde diferentes aristas, es mucho más que psicológico podríamos decir espiritual.

No perdonar envenena el cuerpo y el alma

Se dice que todo el mundo cree que perdonar es una buena idea hasta que tiene algo que perdonar .

Porque, porque cuando nos lastimaron sentimos rabia porque pensamos que “no fue justo” “no lo merecíamos” si bien lo más aparente del atravesar situaciones que nos dañan es sentir tristeza y enojo si lo analizamos vamos a encontrar que la raíz es otra , es darnos  cuenta que somos vulnerables, no somos  indestructibles ..quizás el otro nos puede dañar. Y esta conciencia de ser vulnerables nos da miedo, en este caso sería el miedo a quedar expuestos a que otros nos causen daño, o a que nos vuelvan a lastimar, miedo a sentir dolor, miedo a reconocer que no somos tan fuertes, miedo a quedar expuesto a la amenaza de que en cualquier momento una situación similar vuelva a pasarnos.

¿Sabias porque no logramos perdonar? Porque utilizamos alguna estrategia para no sentirnos vulnerables. Son estrategias de defensa. 

Sino logramos perdonar es porque la vulnerabilidad nos lleva a crear un mecanismo de defensa para lo cual nos aíslamos para que disminuya la probabilidad de riesgo de daño, es una estrategia de protección. 

En realidad cuando tenemos miedo ante la amenaza de daño podemos reaccionar de 4 formas, una es atacar, sería como decir me atacaste yo te devuelvo lo mismo, en segundo lugar mantenerse inactivo, sufrir ansiedad y descontrol. Verse  a merced de acontecimientos sobre los 

cuales no se  puede influir y  convertirnos en víctimas, olvidando nuestra capacidad para responder frente a la situación. 

La tercera opción es huir, escapar. Y la cuarta es intentar agradar al agresor, empatizar con el para reducir la amenaza de daño. En psicología se conoce como Síndrome de Estocolmo generar un vínculo afectivo para despertar compasión en tu agresor y de esa manera influir en el comportamiento de quien podría hacerte daño para que desista. 

Pero todas estas estrategias no sirven porque en el fondo te anclan en la creencia de que seguís siendo vulnerable.

El no poder perdonar se manifiesta a través de estas 4 estrategias, en el caso del atacar , es decir devolver la agresión , vengarnos , que el otro sienta el mismo dolor o hacer “justicia” en realidad no se trata de un desquite para alivianar el dolor mas bien se trata de una estrategia que utilizamos  para sentirnos menos vulnerables.

Si nos paralizamos nos anclamos al pasado, nos quedamos congelados en un momento de nuestra historia y no importa el tiempo que haya pasado desde que nos  causaron el daño  lo recuerdamos y nos anclamos en el. Nos negamos a reconocer  que fuimos vulnerables en ese momento pero que eso ya fue, sino que lo mantenemos vigente,

Si escapamos o huimos es una estrategia de alienación que no resuelve la situación de fondo es decir nuestro miedo a volver a ser vulnerables de manera tal que cualquier sospecha de que poder volver a sufrir la evitamos huyendo.

 Vivimos en estado de alerta permanente tratando de anticiparnos  a que nadie pueda lastimarnos. 

Y en caso de querer agradar, como nos  consideramos buenas personas “DEBOMOS perdonar” y creemos que lo logramos porque decimos  que no sentimos nada malo por esa persona pero nos responsabilizamos  a nosotros mismo por el daño que  otro nos causó. Estamos simpatizando, perdonamos  al que nos  agredió porque “sino perdonamos  somos malos” “sino perdonamos  Dios no nos va a perdonar” es algo que nos forzamos a hacer para evitar sentirnos vulnerables  por la culpa que nos ocasionaría el creer que no somos capaces de perdonar.

Ante esto se hace evidente el para que de  perdonar, justamente para transformar ese miedo en algo útil para nosotros.  Este miedo nos da la oportunidad de trascenderlo adquiriendo mayor seguridad en nosotros mismos.

Y esto se produce cuando encontramos  la confianza esencial de ser quienes somos , seres capaces de enfrentar las dificultades y perdidas que inevitablemente nos trae la vida en lugar de la efímera seguridad que proporciona el tener y mantener todo lo que uno quiere. 

La incapacidad de perdonar es directamente proporcional a la incapacidad de ser amorosos con nosotros mismos, incapacidad de reconocer nuestra propia grandeza.

 Si consideramos al ser humano una unidad cuerpo, mente, corazón espíritu, tenemos la capacidad de perdonar. El que no puede perdonar es el Ego, porque el ego vive juzgando y juzga porque todo lo toma como personal. La clave para dejar al ego a un lado y no emitir juicios es asumir que la dimensión de nuestro drama es directamente proporcional al tamaño de nuestro ego. Nadie “nos hace” simplemente “hacen” de acuerdo a su esencia o naturaleza.  Y si eliminamos  de la frase el “me” , nos volveremos menos egoicos, mas compasivos y mucho mas factible de incorporar el perdón como una filosofía de vida.

Bibliografía

Kofman, F.(2005) Metamanagement: La nueva conciencia de los negocios. Bs. As. Argentina. Edit. Granica.

Prieto, U. (2017). Perdón y salud: introducción a la psicología del perdón. Madrid: Universidad Pontifica Comillas